En los 90, como motor de White Zombie, Robert Cummings -verdadero nombre de Rob- conmovió a la escena metálica con un atractivo cóctel de hard rock, psicodelia, cine clase B, humor y, luego, mucha arquitectura electrónica. El imaginario de Zombie resultó ser poderoso y atractivo, atrapó a miles de fans e influyó a unos cuantos colegas. Su carrera solista comenzó con fuerza y, con el tiempo, se debilitó notoriamente. Un poco porque dedicó gran parte de su tiempo a los cómics y a la dirección de cine, pero sobre todo porque la propuesta comenzó a desgastarse. Hellbilly Deluxe 2pretende, al menos desde el nombre, recuperar la magia y el gancho del estimulante Hellbilly Deluxe (1998). Pero más allá de imponerse colores más garageros, no aparecen riffs memorables, las melodías no pegan y, en ese contexto, la voz de Zombie se hace demasiado monótona. El groove y la exageración de "The Man Who Laughs" -casi 10 minutos con arreglos orquestales y un solo de batería- parecen certificar que a Zombie todavía le queda música para hacer bastante más que la banda de sonido de sus obsesiones.
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